Exposición Fotográfica hasta el 5 de noviembre

últimos días!!!!!


Proyecto Cáucaso: Huellas tras la caída de la URSS
Centro de Extensión UC (Alameda 390)







Huellas tras la caída de la URSS - ¡ya abrió!-

Inauguramos.

Ya está abierta para que todos puedan ir a ver las fotos y conocer una pizca del Cáucaso.
Vayan, comenten, hagan todas las preguntas que se les vengan a la cabeza.

Gracias al Centro de Estudiantes de Arquitectura, y gracias a todos los que nos ayudaron a esa última hora en que necesitamos manos.

Por ahora una foto del equipo con la muestra y la gente que nos acompañó.

(foto de Roberto Arancibia)


Próximamente más fotos para que vean el antes y el después, y las fotos sociales.


Gracias a todos
Gracias totales.

Huellas tras la caída de la URSS

Tantos meses después de volver y tantas meses después de escuchar que nos preguntaran cuándo mostrábamos algo, finalmente Cáucaso muestra sus primeras imágenes.


Una de nuestras metas era traer imágenes que pudieran dar cuenta, reflejar, retratar esos países tan desconocidos. Y nos aperamos para eso. Recordamos todos nuestros estudios de fotografía y nos hicimos de una buena cámara de fotos. Al subir al avión todavía la mirábamos medio extrañados, pero a poco andar se convirtió en una buena amiga, que nos permitió traer más de 3000 fotos con nosotros.

De todo tipo de fotos, buenas, malas, personales, grupales, de las ciudades, de los paisajes, de las caras de la gente, de todo.

Después de un arduo trabajo de selección y producción ya estamos listos para mostrárselas.
A partir de este miércoles 24 de octubre y hasta el 5 de noviembre en el Centro de Extensión de la UC (Alameda 390) podrán apreciar algo de esa zona tan distante y desconocida del Cáucaso Sur.

Una pequeña muestra de las Huellas tras la caída de la URSS.

Están todos cordialmente invitados a visitar la muestra, la entrada es liberada, y las fotos permiten acercarse a Armenia, Azerbaiyán y Georgia.

Los esperamos por ahí.



Huellas tras la caída de la URSS
Centro de Extensión UC (Alameda 390)
24 octubre - 5 noviembre
Entrada liberada

Quien nos creyó

Él nos miraba con cara de incrédulo, pensando en las miles de reuniones que tenía más adelante en el día, y que sin duda eran más importantes que estar escuchando a un grupo de periodistas que parecían aún estudiantes universitarios.

Ella parecía no tomarle el peso a lo que estábamos explicándole. Divagaba mientras oía esto que para su mente no era más que un juego de niños que querían justificar una vacaciones exóticas disfrazándolas de trabajo profesional.

Para estos otros éramos un grupo de maniacos hiperventilados, planificando un proyecto a todas luces irrealizable, y que moriría apenas constatáramos que la altura de las barreras era demasiado gigantesca.

Él nos escuchó. Acostumbrado a creer en proyectos que parecen locuras, y a que un viaje de quince mil kilómetros no fuera gran cosa, se dispuso atento a oír el marco teórico sobre el cual fundábamos nuestro proyecto.

Su nombre: Armen Kouyoumdjian. Un armenio, nacido en el Líbano, con enseñanza francesa, vida profesional hecha en Inglaterra y con el corazón repartido en territorios tan lejanos como Armenia y Chile.

Armen es estratega, analista internacional, esposo de una española, periodista de afición, padre, fanático del cine y luchador incansable de la causa armenia.

Nos dio contactos de gente útil para lo que buscábamos. Nos facilitó documentación. Armen creyó en nuestro proyecto. Y más importante aún, creyó en nosotros.

Lo conocimos locuaz en una mesa en el Tavelli del Drugstore entregándonos anotaciones sobre temas que no podíamos perder de vista. Lo conocimos como un cariñoso anfitrión en su casa viñamarina mostrándonos su reducto. Lo conocimos consecuente, preocupado por las donaciones periódicas que hacía a Armenia para mantener un coro de jóvenes universitarias que hacían del canto su razón de vida.

Vehemente, no nos dejó ni sentir vergüenza cuando dijo que su apoyo a Proyecto Cáucaso era el arriendo de la que sería nuestra casa los 21 días que estuvimos en Yerevan.

Finalmente pudimos departir juntos en la capital de su país, y encontrar alguna forma de “devolverle la mano” cuando lo invitamos a comer a una verdadera picada (adecuada para nuestro presupuesto), pero que Armen disfrutó a concho, sobre todo al asegurar haber comido uno de los mejores humus de Armenia.

Ojalá Chile, y el mundo, estuviese lleno de Armens. Gente que te embala con su optimismo, gente que hace volar más alto tus locuras, y que, dentro de sus posibilidades, están ahí para darte una mano, y seguir construyendo este loco mundo con proyectos de desquiciados.

VOLGA

Luego de la seguidilla de “post de minas” este sería un “post de hombres” ¿o no?

Después de un rato te acostumbras a ver en todos lados Mercedes Benz y Ladas por las capitales de Cáucaso. Sin embargo, al principio es bastante curioso. Más aún si sumamos la presencia de los autos Volga.
El nombre lo reciben por el río más largo de Europa y que atraviesa todo el territorio ruso. Esto me hace creer que los automóviles son un muy buen reflejo de las sociedades.

Pensemos, por ejemplo, en lo que representó el “escarabajo” para la Alemania Nazi; compacto, hermético, resistente y listo para la embestida. O lo que significa la Van Caravan para los estaounidenses; un auto grande, feo, pero funcional, para nada económico y muy durable. O el Chevrolet Corsa para los chilenos; ni tan feo ni tan bonito, ni tan chico ni tan grande, económico, de repuestos barato y picador.

Los Volga que se veían por las calles de Yereván, Tbilisi y Bakú, hablan mucho de estos países postsoviéticos; un auto tosco, resistente, aperrao, orgulloso, con una prestancia exterior, pero con bastantes problemas en las terminaciones interiores, antiguo, a mal traer, de pique lento y con chóferes acalorados. Se los podía ver principalmente en colores blanco y negro y transitaban con temor a que las nuevas marcas los reemplazarán y dieran paso a la conocida modernidad.




NANDO

Matrimonio

No se por qué pero me dieron ganas de escribir sobre el matrimonio. Je.
Será otro post de mina.

Pero la verdad es que me llamó la atención el tema del matrimonio en el Cáucaso. Es bastante diferente que acá.

Por ejemplo, lo que más me llamó la atención es que los matrimonios pueden ser cualquier dia a cualquier hora: Un jueves a las 11 AM. Plop. Así es… se imaginan?
Y nosotros lo vimos. Novias llegando a la iglesia días de semana a horas insólitas. Raro.

Igual lo entretenido es que entre los tres países del Cáucaso hay diferencias. En Armenia por ejemplo, las novias son bien amerengadas. Es decir, el vestido, la decoración de los autos, todo es bastante al estilo “mi gran casamiento griego”. Nos dijeron, que las ceremonias en la iglesias pueden durar hasta tres horas!!!!

En Georgia no vimos tanto matrimonio. De hecho me llamó la atención de uno que vimos que era super sencillo. La novia estaba con un vestido color crema (para los hombres, es un tipo de blanco) y con unas flores en las manos. Había poca gente. De hecho algunos parecían haberse aburrido porque figuraban fuera del recinto. El novio igual. Bastante sencillo en su look. Una vez terminada la ceremonia vino lo freak. Una señora, que podría haber sido la tía de la novia, figuraba con unas bolsas con jugo y galletas, y comenzó a sacar las cosas y armar un improvisado ágape en una mesa… pero al interior de la iglesia!!!!

Y finalmente en Azerbaiyán pudimos observar vitrinas con ternos y vestidos de novia divertidísimos. Ternos naranjo tornasol. Humitas rosadas. Chaquetas amarillas. Plop. Todo un look de novio lo más recargado que hay.
Por el lado de las novias volvimos a encontrar el estilo merengue, pero menos mal que con el blanco tradicional y accesorios bastante normales.
Nos contaban que para los matrimonios los regalos son plata. Si. Un sobre con billete. Mal. Nos decían que el promedio para regalar y no quedar mal eran 50 dólares si eras una persona joven estudiantes. 50 dólares por cada matrimonio mínimo!!!!! Una amiga azerí nos contaba que llevaba como tres matrimonios en un mes, calculen. Decía que la gente invitaba a muchas personas … justamente por las lucas.
Auch!

Que lindo el matrimonio! je
Por Cata

Anoush

Este es un post MUY de mina.

Porque soy mina ¡y qué!

En Armenia conocimos a una amiga MUY mina. La pimera vez que Nando y Cristóbal la vieron quedaron embobados con su belleza-onda-look-todo. Y con la Cata tuvimos que coincidir en que tenían toda la razón. Anoush era una mina muy top. Era norteamericana y se había ido a trabajar de voluntaria a Armenia en una organización que se dedica a llevar armenios de todo el mundo a trabajar allá. Y después de irse un año a trabajar se quedó como directora. Y tenía ¡23 años!.

Era el tipo de mujer que se convertía inmediatamente en centro de atención, pero no era un florerito insoportable, sino que tenía razones para serlo: simpática, buena para hablar, con temas de variadas áreas. Había estudiado alguna carrera que no recuerdo y planeaba volver a EE.UU a estudiar periodismo, porque le interesaba hacer documentales y películas. Y por eso estaba siempre feliz de conversar con nosotros y ver cómo trabajábamos.

Todavía no empezaba a estudiar, pero ya había grabado un par de cortos y documentales.... y nosotros recién estábamos empezando e inventando cómo hacer todo esto que se nos ocurrió.... y ella nos pedía consejos. Me hacía sentir, a mi, que todavía me faltaba (y falta) montones como para poder empezar a dar consejos a otra gente.

Lo peor de todo (como mina) es que ella siempre andaba perfecta, ¡perfecta!, el pelo peinado a la perfección, ya fuera liso o crespo. El liso era sin ningún frizz y el crespo era con los rulos híper definidos. ¡Maldita! y nosotras que a duras penas andábamos peinadas. Y con un clóset envidiable aquí, allá y en la quebrá del ají (aunque allá, no sé qué tanto... pensando en lo ultra 80ero que era el look). Y nosotras, con nuestros disfraces de viajeras-periodistas, repitiéndonos la misma ropa y con esas parkas pistachos con las que nos veíamos como Mike Wasausky (el mono ese verde redondo de un ojo de Monster INC).

¡Maldita!

Pero era imposible odiarla, porque era muy simpática y amorosísima con nosotras y nos piropeaba y hacía sentir como si nosotras fuéramos tan minas como ella.

Es una de las decenas de personas que conocimos allá, y que se me quedó grabada. Porque me di cuenta de que me he ido olvidando de muchas cosas, muchas situaciones, lugares, pero olores, sabores siguen acompañándome. Y las personas, las caras siguen en la memoria fresca y reciente. Tratando de mantenerla viva con mails y un contacto semiconstante. Y me acordé de ella anoche. Nos escribió hace poco, está de vuelta en Los Angeles y vio en el diario que iban a dar en el cine el documental de Salvador Allende, decía en su mail que esperaba que el próximo documental chileno del que leyera en el diario fuera el nuestro. Espero yo también que así sea.

Fiestas Patrias

El año pasado, en esta misma época, estábamos celebrando el 18 de septiembre en Armenia. Aparte de comer una masa rellena de queso llamada hatchapuri (lo más cerca a una empanada que encontramos) y cantar el himno nacional izando una bandera, nuestro 18 pasó desapercibido. Además en esa misma fecha nos tocó harto trabajo ya que en Yereván se estaba llevando a acabo la reunión de armenios de la diáspora, un evento que convocó a mucha gente y que si no me equivoco se realiza cada cuatro años.
Celebrar las fiestas patrias fuera de Chile es como no celebrarlas. Una de las cosas buenas de ser un país isla es que tenemos la capacidad de enfrascarnos en nuestros problemas e incluso tener tiempo para discutir, con meses de antelación, si se declarará feriado un día en el que igualmente nadie iba a trabajar. El ambiente que se vive durante estas celebraciones es irrepetible, ningún feriado del año permite semejante capacidad de detener el tiempo y el espacio. Las personas se mentalizan en pasarlo bien y tratar de transgredir la mayoría de sus conductas alimenticias, etílicas y sus horarios del sueño. El entorno lo permite, si no celebras como Dios manda te arrepentirás y tendrás que esperar hasta el próximo año para aventurarte a festejar. El clima fiestero hace que nos volvamos aún más monotemáticos y por consecuencia de esto nuestros medios de comunicación tienen la licencia tácita de ser más miopes que de costumbre. Pero no quiero sonar aguafiestas, porque cuando se celebra el 18 fuera de Chile se extraña y mucho, yo creo que el tema pasa por disfrutar estas fiestas pensando siempre que Chile se inserta en un mundo en constante movimiento y si queremos reforzar nuestra identidad debemos conocer qué pasa más allá de nuestras fronteras. ¿Cómo saber qué nos hace chilenos si no nos comparamos (en el buen sentido de la palabra) con los demás? ¿Qué nos diferencia y cuáles son nuestras semejanzas? Parece que al final cuando uno abre un poco los ojos se da cuenta que las semejanzas son muchas más que las diferencias. Proyecto Cáucaso quiere invitar a esa reflexión, a tratar de mirar más allá de la cordillera y el mar para descubrir que lo que vemos como zonas y países extraños están más cerca de lo que creemos.
NANDO

Vale la pena

Hoy día hablaba con unos amigos sobre que haríamos si tuviésemos muuuucha plata. Frases como no trabajaría más o viajar todo el tiempo salieron a colación. Incluso me dijeron: “Por ejemplo tu Cata, imagínate que si tuvieses mucha plata podrías grabar un documental cada vez que quisieras y no tendrías que esforzarte en hacer actividades para reunir fondos y sacarlo adelante”

Obvio! Sería genial poder hacer eso, pero rápidamente recapacité. No sé si es tan bueno, ya que sacar algo a costa de esfuerzo te obliga a ser creativo, a trabajar con más dedicación, a armar redes e involucrar a más gente.

Este fin de semana tuvimos fiesta Cáucaso, la Fondeski. Es la cuarta fiesta realizada por Proyecto Cáucaso. Además hemos realizado dos conciertos de guitarra clásica. En cada uno de estos eventos buscamos no solo reunir fondos para seguir adelante con la post producción, sino que buscamos mantener el ambiente de espera para el estreno del documental.

No somos una productora de eventos. Cada actividad que organizamos y la hacemos pensando en la red de personas que se nos ha unido al proyecto y como compartir con todos un poco de lo que fue nuestra experiencia en el Cáucaso.

No es fácil. No siempre se tiene el éxito que se espera.

Claro que sería más fácil tener toda la plata del mundo y no depender de las actividades organizadas para seguir adelante.
Sería bastante más fácil si no dependiéramos de ganar fondos concursables para terminar la post producción

Pero cada uno de los esfuerzos que hacemos, nos permite fortalecer más el proyecto, hacerlo más coherente, nos permite darlo a conocer a quienes serán el público de nuestro documental y sobre todo, le da a Proyecto Cáucaso un valor incalculable.

Este miércoles se cumple un año desde que tomamos el avión rumbo a Armenia, nuestro primer destino. En ese entonces no sabíamos como se venía la mano. Atrás se había quedado la pre producción, ahí comenzaba la producción. Nos habíamos preparado lo mejor posible para esta segunda etapa, pero no sabíamos que la más desafiante sería la tercera, en la que nos encontramos hoy: la post producción.

Es difícil porque es la más lenta. Es la que requiere mayor trabajo y dedicación. Todo lo obtenido en los meses de grabación tiene que transformarse en un producto coherente, interesante y atractivo para quienes lo vean.

Un proyecto como el nuestro, no tiene financiamiento directo de nadie sino que se ha ido construyendo gracias a fondos concursables y al apoyo de quienes han creído en nosotros y nos han acompañado en las diversas actividades que hemos realizado.

Pero seguimos adelante.
Todavía nos queda la recta final.
Y si me pongo a pensar en lo que conversábamos hoy, de tener la plata para hacer todo más fácil, me quedo con la idea de sacar el proyecto como lo hemos hecho hasta ahora.

Cuesta.
No es fácil.

Pero llegará el momento que uno mire atrás y diga que valió la pena.

Por Cata

Proyecto Cáucaso Presenta: FONDESKI / SÁBADO 8 / 23.00 HRS. / KUHWISS / $ 3.000

ESTE SÁBADO 8 DE SEPTIEMBRE DESDE LAS 23.00 HRS.:
LA FONDESKI DE PROYECTO CÁUCASO!!!

DESEMPOLVE LA BANDERITA CHILENA...EL TRAJE DE CHINA...LA CHUPALLA HUASA...Y PREPARE EL ZAPATEO PARA ESTE SÁBADO 8 DE SEPTIEMBRE: ¡¡¡¡¡¡TODOS INVITADOS A LA FONDESKI DE PROYECTO CÁUCASO!!!!!!! NO SE PIERDA EL GRAN EVENTO CON EL QUE PROYECTO CÁUCASO DA EL VAMOS A LAS CELEBRACIONES DIECIOCHERAS!!!!!

POR 3 LUCRECIAS, Y EN EL KUHWISS DE SIEMPRE, HAREMOS UN NASDAROBIA, ESTA VEZ CON VODKA Y VINO TINTO!!!!
¡¡¡¡¡LOS ESPERAMOS!!!!
Pd. ¡Exija el ágape ad hoc!

Podríamos haber sido nosotros

Podríamos haber sido nosotros.

Absolutamente.

Sin ninguna duda.

Esa certeza recorrió las cabezas de Nando, la Pola, la Cata y la mía la semana pasada, cuando prácticamente todos los diarios, radios y canales de televisión nacionales llevaron la noticia sobre la chilena que estudiaba en EE.UU. y que estaba retenida en Rusia hacía ya más de dos meses, acusada de contrabando de arte por las medallas, monedas y billetes soviéticos que llevaba de cachivaches a sus amigos, familiares y demases.

Una certeza que comparten sólo aquéllos que viajan a Rusia sin ir de la mano de esos tours archi organizados que incluso tienen programadas las veces que puedes ir al baño.

Se olía en el aire a miles de kilómetros de Moscú; se percibía ya incluso en su embajada aquí en Santiago, cuando tramitábamos con una ansiedad inusitada las cartas de invitación para poder entrar a Rusia, y cruzábamos los dedos para conseguir esa llave que nos permitiría dar inicio a nuestro documental.

¡Ojo!, nos decían una y otra vez los modos y procedimientos de la embajada: sólo han pasado 15 años desde la caída de la Unión Soviética.

¿Es que acaso creen que nos podremos desprender de un plumazo de 70 años de totalitarismo?

El modo de pensar de los rusos no lo puedes medir con la misma vara con que asumes el modo de pensar de los europeos occidentales, de los norteamericanos, y, como añadidura -y sólo por efectos de nuestro afán de imitar al Primer Mundo- de nuestro Chile.

La racionalidad –o el concepto de racionalidad que nosotros manejamos- se suspende, y da paso a un mundo distinto, a un mundo donde lo que aparentemente podría ser ilógico es tan válido como lo que sueles llamar racional.

Donde pueden tenerte esperando hora y media en un aeropuerto y tomarlo como un procedimiento de rutina.

Un mundo donde si quieres viajar de una ciudad a otra debes dar cuenta al Ministerio de Relaciones Exteriores.

Un mundo en el que en un tren desde Tallin (Estonia) a Moscú hacen llorar a un adulto de unos 35 años, al registrarlo hasta los huesos haciéndole abrir incluso los regalos que llevaba -probablemente para sus hijos-, para finalmente dejarlo ahí, cabizbajo y humillado, guardando una a una sus pertenencias, sin haberle encontrado nada.

Un mundo donde realmente te asusta subir al metro si es que no tienes rasgos eslavos, pues puedes ser sometido a un interrogatorio de una policía que precisamente no se distingue por su afabilidad.

Pero un mundo que tiene sus motivos para ser así.

Atentados terroristas sobre todo y, como decía antes, una herencia de décadas de control absoluto sobre las vidas de las personas.

Nosotros salimos de Rusia con billetes, monedas y algunos pins soviéticos. No los compramos ahí. Los llevábamos desde el Cáucaso. Sin embargo, jamás habrían podido saberlo los policías rusos que eventualmente nos hubiesen registrado.

La moneda con la que ahora juego y que tiene grabada le efigie de Lenin, la podría haber comprado en Bakú (hoy Azerbaiyán), Yerevan (hoy Armenia), Kiev (hoy Ucrania), Tashkent (Uzbekistán), San Petersburgo o Moscú (hoy Rusia). No importa. Hace 16 años todo eso era parte de un solo país.

Una y otra vez esto me lleva a la mismísima reflexión que dio inicio a nuestro documental. ¿Por qué damos ciertas cosas por sentadas? ¿Por qué pensar que allá pensarán igual que acá? ¿No seremos algo arrogantes? ¿Quiénes están en lo correcto?

Por Cristóbal

Medallas, monedas y billetes

Me acuerdo que leí antes de irnos que de Rusia no se podían sacar obras de arte. Ni íconos ni arte antiguo. Al parecer han tenido demasiada fuga de reliquias y por eso estaba prohibido sacar antiguedades. Pero que todo lo que uno comprara en las ferias artesanales/de las pulgas estaba permitido.

En Armenia, Azerbaiyán y Georgia vendían las mismas medallas, monedas y chucherías de la URSS. Y nos trajimos todo lo chico y barato que encontramos: unos billetes de la época de los zares, monedas soviéticas, medallas, pines y parches militares. Todo era chico y venía mezclado con todos los otros souvenirs que nos trajimos.

Creo que NUNCA se nos pasó por la cabeza que pudiera pasarnos nada por traernos esas cosas.

Por eso quedamos los 4 sorprendidos y un poco choqueados cuando nos enteramos de la historia de esta compatriota detenida en Rusia y que espera la fecha de un juicio que podría significarle 7 años en prisión. Wow. Aún me cuesta creer que podríamos haber sido nosotros. Que quizás esos billetes que traíamos entre los libros podrían habernos traído un GRAN problema.

Qué horror y qué susto debe haber sido para ella estar en la aduana entendiendo nada. Y sola como andaba.

Porque nosotros vivimos un sustito al lado del de ella, pero andábamos los 4. Siempre juntos.

Ya se los contamos, pero es el momento perfecto para recordarlo.

A la salida de Moscú, en Policía Internacional hay un control "aleatorio", donde seleccionan a todos los que no tienen cara de ruso. Así que nos pararon y pasaron nuestros bolsos de mano por la máquina. Cristóbal y Nando habían comprado unos cuadros en Georgia, en una feria artesanal. El cuadro de Cristóbal le generó sospechas al oficial que revisaba. Y pidió abrir el paquete. Con la Cata nos fuimos a sentar un poco más allá con el resto de nuestras cosas mientras revisaban esa pintura. Llegó una señora con cara de "experta" y lo revisaron, lo miraron, lo dieron vueltas, lo olieron. ¿Quizás lo encontraban feo y no creían que alguien pudiera haberlo comprado? jejeje (eso pensábamos con la Cata mientras veíamos desde lejos la escena). Lo único que les decían era Ten minutes, ten minutes.

A los pocos minutos veo que viene doblando hacia la máquina, un señor con un carro con ¡¡¡nuestras mochilas!!! ya facturadas y pasadas y envueltas en plástico. Ahí con la Cata saltamos, esto se estaba poniendo un poco más serio y ya no era sólo la mala suerte de Cristóbal.

Pasaron nuestras mochilas y pideron abrir una. La de la Cata. Esto sin entender casi nada de lo que nos decían. En mi basiquísimo ruso pedí a alguien que hablara inglés porque no hablábamos ruso. Vino una niña y dijo que nos pedían abrir la mochila y que no abrirla era suficiente para deternos. La revisaron, nos hacían sacar cosas y cosas (todo metido con extremo cuidado para que cupiera todo adentro). Después de un rato conseguimos que nos dijeran qué buscaban. Íconos, dijeron. Pero no traemos ninguno respondimos, sólo matriushkas. Ahí nos miraron, y nos dejaron partir.

Era tanta la indignación que nunca nos pegamos el alcachofazo REAL de que nos salvamos de algo grande. Como lo de nuestra compatriota.

Qué susto estar allá sola sin entender nada. ¡¡Y con el trato que tienen!! Porque la experiencia de nosotros fue mala no por no entender nada, sino por este oficial que era pesado y no hacía ni medio esfuerzo por hacerse entender por estos latinos. Nos miraba con desprecio, subía el tono de voz, se negaba a mirarnos a la cara. Eso fue lo peor.

Ojalá todo se solucione bien para Roxana. Que se solucione rápido y no tenga que pasar 7 años ¡¡7 años!! encerrada allá. Nosotros estuvimos sólo una hora en este estado de incertidumbre... no podría imaginarme todo esto por lo que ella ha pasado.

Suerte. Mucha suerte


Pola

NAREG

Hace aproximadamente un año estábamos en la etapa final de nuestra búsqueda de personajes “a distancia”. Con la nutrida red de contactos en la zona del Cáucaso tratamos de ir perfilando quiénes serían los jóvenes que encarnarían nuestras historias una vez que llegáramos allá el 14 de septiembre. No era una tarea sencilla, y lo sabíamos. Armenia era nuestro primer destino, y nuestro personaje parecía no estar tan claro como hubiésemos querido, pero teníamos confianza y alternativas.

Un día antes de partir a Armenia, recibimos un correo de Naz, un estudiante de medicina quien nos estaba ayudando a conseguir personajes y productor en terreno. Nos dijo que él no tendría mucho tiempo para ayudarnos, pero que su hermano Nareg tenía tiempo y ganas de trabajar con nosotros.

En nuestro segundo día en Yereván, capital de Armenia, conocimos a Naz y a Nareg. Nos sentamos en un café y comenzó la conversación. Nos dimos cuenta de inmediato que Nareg era especial. Tenía en ese entonces 22 años y hablaba como si tuviese 50. Se expresaba muy ceremoniosamente y seguro de lo que decía. Era muy formal y respetuoso, no nos dejó pagar la cuenta (una tónica que se repetiría en todas nuestras salidas con él).

Después de ese primer encuentro nos llevó a recorrer las calles de Yerevan, manejaba muchos detalles histórico-arquitectónicos. Parecía un guía turístico con muchos años de experiencia. De a poco y a medida que corrían las horas nos dimos cuenta de que Nareg tenía otra particularida: conocía y saludaba a muchas personas en la calle. El ambiente y tamaño de ciudad-pueblo de Yerevan potenciaban estos encuentros que no bajaban de dos o tres diarios.

Tenemos que reconocer que en un principio Nareg no era alternativa de personaje para todos los miembros del equipo. Era un muy buen guía y chaperone, pero de a poco nos fuimos dando cuenta que su gran patriotismo e historia familiar, además de sus características personales, lo hacían muy atractivo. Fue alrededor del día 5 en Yerevan y luego de largas conversaciones en la cocina de nuestro departamento que descubrimos que Nareg era lo que necesitábamos para entregar un rostro a los procesos que vive la sociedad Armenia postsoviética.

Nareg no nació en Armenia sino que en India, es decir, es de los armenios de la "diáspora", pero volvió a su país de origen no sólo a vivir sino que a trabajar por él, es más, su deseo de ser presidente nos indicaba que no estábamos frente a cualquier joven armenio. Es muy patriota, nacionalista y con un gran respeto por la tradición y cultura de su pueblo. Nareg es de esas personas que caminan por las calles de Yerevan arreglando, en los puestos de souvenirs, las banderas armenias que están chuecas o mal presentadas. Es muy apegado a su familia y a su iglesia, y al igual que la mayoría de los armenios que han nacido afuera, saben que su nación es pobre en recursos naturales, pero rica en orgullo y recursos humanos. No vale la pena adelantar más detalles de nuestro personaje, me ahorraré las descripciones y dejaré que el documental explique quién es Nareg.

Nando

Observaciones urbanas

Siguiendo la onda urbana de mi post anterior, quería comentar algunas cosas que me llamaron la atención en el Cáucaso.

En el post anterior les comenté como el dinero del petróleo ha comenzado a notarse en Bakú, Azerbaiján. Crece día a día, y se nota!. De verdad aparecen edificios nuevos todas las semanas. Y como pudimos observar las regulaciones de construcción no son muy estrictas, por no decir inexistentes, y eso permite que nuevas construcciones aparezcan como si fueran hechas de cartón piedra. Y es un poco así. Sin ser arquitectos ni estudiosos del tema, solo como simples observadores pudimos constatar como las construcciones no parecen de buena calidadEsto lo pudimos chequear al conversar con un arquitecto, quien nos confirmó que efectivamente Bakú carece de toda planificación y regulación. Mientras más supe del tema, mientras más grabamos sobre eso, más sensación de inseguridad me dio. La última semana tuve la sensación que si temblaba, la ciudad se caería sin oponer demasiada resistencia, y eso me angustió un poco.
Una periodista que conocimos allá, nos contaba como su departamento nuevo ya perdió parte del techo. La humedad había hecho que una buena porción del techo se haya descascarado y caído. Y eso que su departamento era de los caros y de supuesta buena calidad.

Otra cosa que nos llamó mucho la atención en el Cáucaso, es la carencia de cuidado de los espacios comunes. Las cajas de las escaleras, los accesos a los edificios, los pasillos y ascensores son tierra de nadie. Los edificios tienen accesos curiosos, no existe el conserje, ni el hall de acceso. Uno entra por lo que parece la puerta trasera y no la principal, además hay que agregar a este panorama la basura, que como observamos, en varios lugares se acumula en el patio o simplemente al lado de la entrada.
Es extraño, porque este panorama se ve contrastado con los departamentos que al interior muchas veces son modernos y bien cuidados. A veces se puede encontrar algún pasillo más arreglado o pintado, pero eso es por la simple coordinación entre los vecinos de ese piso ya que en general lo usual es que con suerte la entrada tenga luz.

Por último, lo que tampoco se observa en estas capitales, es la plaza. Es espacio donde el pasto y el maicillo conviven. La plaza que aquí en Chile es abundante, pequeña, pero abundante. Esos escasos metros, que si alcanza el presupuesto municipal están adornados con juegos infantiles. Esa plaza, con aunque sea un par de metros cuadrados de pasto ordenadito y bien cortado, en el Cáucaso no existe. Igual es entendible, hay otras prioridades. Árboles hay, no crean que todo era cemento, pero esa alfombra verde en medio de la ciudad, que llama a echarse un rato a descansar después de almuerzo no se encuentra. Debe ser herencia soviética, de todas maneras.
Me pregunto ¿y los abuelitos que le echan migas a las palomas? ¿Existirá la costumbre allá?

Por Cata

La hora del te

¡Qué manera de tomar té en el Cáucaso!
Especialmente en Azerbaiyán.

Donde fuera que llegáramos nos ofrecían una taza de té. Prácticamente todos los entrevistados nos ofrecían té antes de las entrevistas. Té que que el camarógrafo tenía que tomarse rapidísimo -con riesgo de quemarse- o tomarse helado después de la larga sesión de conversación.

Lo mejor era que un gran número de las veces el té venía acompañado de chocolates. Uhmmm... rico, rico.

Las mejores veces fueron unas entrevistas a las que fuimos solos Cristóbal y yo mientras Nando y la Cata andaban haciendo otras grabaciones.
El director del Museo del Genocidio en Armenia nos tenía fruta, panes dulces, té y chocolates con cereza. Y teníamos que comer de todo, porque insistían! y bueno.. si la gente insiste, era de roto no comer, ¿no?
En Bakú (Azerbaiyán) tuvimos que ir a hacer dos entrevistas. En la primera, en la mañana, nos dieron té y una barra de chocolate tipo Sahne Nuss. Ideal para el día, porque había estado lloviendo antes. Nando y la Cata estaban en la calle, mojándose. En la tarde, siguieron en la calle haciendo videocabinas, y con Cristóbal fuimos a otra entrevista, el día estaba nublándose de nuevo y en esa oficina nos esperaban con más té y muchos chocolates de distintos tipos.

Es una buenísima costumbre, que deberíamos adoptar acá. Juntarse en torno a una taza de té y una barra de chocolate, pruébenlo, la mezcla queda exquisita y les aseguro que les va a gustar. Como chocolate sirve cualquier tipo. Había teterías donde pasábamos donde nos daban snikers trozados, y otras donde era con una barra de chocolate de leche partido en pedacitos. La mezcla de trozos de chocolate blanco y negro queda muy buena.

Pruébenlo, no se van a arrepentir.

Pola

Chilenos al tapete

En el viaje fueron varios los compatriotas con los que nos cruzamos. Les cuento algunas de las experiencias que tuvimos con ellos, y que, de algún modo, ayudan a develar un poquito partes únicas, grandes y profundamente nuestras de la idiosincracia criolla.

· Tbilisi, Georgia. Supimos de la existencia de un chileno que estaba haciendo uno de los talleres de cine del festival anual de Tbilisi. Un amigo georgiano que estaba participando en el festival le contó sobre nosotros y él le dijo que quería juntarse. Fijamos un día y una hora. Pero nunca se produjo el encuentro. El compatriota y colega nunca llegó.

· Tallin, Estonia. Celebrábamos en una discotecque el cumpleaños de Nando. De pronto un tipo con pinta de latino se pone a bailar con la Pola, se ponen a conversar, y ¡sorpresa!, era chileno. El joteo comenzó con tutti y a los cinco minutos de bailoteo, la Pola supo que este chileno era supuestamente millonario, un astro con las mujeres y un fiestero de tomo y lomo. El ego...más arriba que las montañas del Cáucaso. A la 30 minutos la Pola huía de él.

· Tren de San Petersburgo (Rusia) a Helsinki (Finlandia). Conté en otro posteo algo sobre esta historia. En el vagón donde viajábamos iba también un chileno... ¡¡¡de Doñihue!!! Luego de echar la talla con parte del equipo del Cáucaso, de hacernos casi que compadres, y de la conversa de 1 hr. hasta la estación donde él bajaba, quedamos en hablar apenas llegásemos a Chile para ir a visitarlo al "asado prudente" que haría con motivo de la reunión en su natal Doñihue. Hoy, comienzos de agosto, no conocemos Doñihue. Para ser justo debo decir que hubo un intento de organizar algo, pero quedó en nada.

· Moscú, Rusia. Alojamos en la casa de Cristina, la única familia chilena-chilena que vive en la capital rusa desde la época del exilio. Cristina sólo nos podría haber recibido como normales pensionistas. Pero no. Cristina iba todas las mañanas a preparanos un suculento desayuno (que en ocasiones tuvo salchichón y bistecs), nos llevaba día por medio compras de supermercado y nos lavaba la ropa. Sin comentarios.

· París, Francia. La clásica forma de reconocer a un chileno: el garabato. Figuraban dos compatriotas liberando improperios al por mayor en un pasillo de un supermercado parisino la víspera de Año Nuevo. Muy buena onda los tipos. Nos contaban muertos de risa que los coreanos que alojaban con ellos en el albergue estaban aterrorizados con estos chilenos pillines, que ocupaban sus mapuchitas monedas de 100 pesos (esas de la franja dorada) reemplazándolas por la moneda de 2 euros (me parece) que vale, al menos, 14 veces nuestra moneda de 100. Jijijiji, tan vivos que somos.

· Madrid, España. Nos recibió una pareja chileno-francesa cuando llegamos desde Moscú, de vuelta de nuestro periplo caucásico. Llegamos agotados a su departamento, pero nos reanimamos cuando vimos que nos tenían la media comida preparada. Luego nos prestaron sus camas y al día siguiente tomamos desayuno con huevo y pan con palta. ¡Palta! Después de 3 meses sin verla.

Como ven, de bueno y de malo. Pero chileno, sin ninguna duda.
Por Cristóbal

A propósito del frío

Cuando decíamos que nos íbamos a la ex URRS, en especial a Rusia, la mayoría de las personas creían que íbamos a tener que soportar temperaturas de varios grados bajo cero. Recuerdo con mucha simpatía las largas jornadas de búsqueda tratando de encontrar el mejor y más conveniente (en todo sentido) pantalón de nieve y en general el equipamiento necesario para enfrentar el frío (calcetines especiales, guantes, primeras capas, etc).
Siendo sinceros todo este equipamiento permaneció en el fondo de la mochila al menos por dos meses y medio. En los países del Cáucaso no hubo necesidad de usarlos, ya que las temperaturas no eran muy distintas a las que uno encuentra en Santiago durante Octubre. Claro hubo un par de lluvias fuertes y viento, pero nada que ameritara pantalones de nieve o bototos.
Todo cambió cuando llegamos a Moscú. El termómetro era mentiroso, decía -1 grado, pero la sensación térmica era otra. La ceremonia de vestirse era larga. Había que empezar poniéndose la famosa “primera capa”, que sería el equivalente a lo que nuestros padres o abuelos conocen como el calzoncillo largo y la camiseta sudadera de algodón. Ahora la tecnología ha hecho de estos artículos unas cosas sintéticas que conservan muy bien el calor y no se humedecen. Después de estas prendas venían los pantalones de nieve. En la parte del arriba, una polera que podía ser de manga larga o corta, sobre eso el polar y para concluir nuestra chaqueta institucional que podrán haber apreciado en más de una foto. Los pies eran fundamentales así es que, dependiendo de las necesidades personales, el número de calcetines iba de dos a tres, pero siempre con el denominador común de que el calcetín de montaña coronará el proceso. Las botas o bototos hacían que el calor se mantuviese al principio, pero después la humedad hacía su trabajo, esto nos obligaba, y en particular a mí, a tener que recurrir al viejo truco del papel de diario en la punta de los zapatos. Aparte de toda la ropa no podíamos dejar de usar guantes y gorro cuando nos enfrentábamos a las caminatas eternas por las calles moscovitas.
No me deja de sorprender, ahora que recuerdo, el haber estado varias veces en el metro de Moscú vestidos tal cual se los he descrito sin sentir calor ni algo por el estilo. Es más, muchas veces el frío eran tan intenso (pese a que el termómetro decía sólo -2 grados), que todo nuestro equipamiento y vestimenta no eran suficientes, era en esos momentos críticos donde hacíamos vista gorda al presupuesto y nos permitíamos entrar a un café a tratar de revivir el cuerpo.
Por más que piense que haber estado en Moscú me debería haber desarrollado una cierta tolerancia al frío, me he dado cuenta, con las bajas temperaturas aquí en Santiago y las famosas “ondas polares”, que el cuerpo no tiene memoria para el frío y no genera, lamentablemente, anticuerpos para él. De hecho no he descartado desempolvar mis pantalones de nieve, lo malo es que me asusta entrar al metro vestido con ellos porque sea invierno o verano los vagones del tren subterráneo en nuestra capital no se caracterizan por su buena ventilación menos ahora con tanta gente alrededor.

Nando

Y llovía y llovía

Cada vez que llueve en Santiago, la ciudad se inunda. No faltan los comentarios de la gente, en los que me incluyo, alegando de cómo es posible que año tras año pase lo mismo. Que siga siendo noticia que caen tres gotas y se tapan alcantarillas y se inundan las calles.
La frase típica que se escucha es: “solo en Chile pasa esto”.

Bueno… nosotros tuvimos que ir tan lejos como al Cáucaso para comprobar lo contrario. En Bakú, Azerbaiyán, también pasa.

El primer día en Bakú nos recibió una lluvia torrencial. En pocos minutos cayó bastante agua… y las calles se inundaron. Eran ríos enormes que corrían dejando a la gente aislada en las esquinas sin sabe donde ir.
Algunos, ya sea por apurados o valientes, se sacaron los zapatos y se arriesgaron a cruzar. Si saber donde pisaban o que había en el fondo, “caminaron” a sus trabajos.

Mursal, un amigo que conocimos ese mismo día 5 minutos antes de enfrentarnos a la caótica ciudad, estaba bloqueado. No sabía que hacer. Se disculpaba diciendo que era la primera vez que algo así pasaba en la ciudad y que por eso nadie sabia que hacer.
Todos figuraban parados mirando el agua correr, como esperando que algún milagro sucediera. No hubo milagros… solo que eventualmente el agua fue absorbida por las colapsadas alcantarillas y solo el barro y las ramas quedaron adornando las calles que antes eran ríos.

Mursal nos llevo al diario donde trabaja y nos mostró como la noticia estaban en todas las páginas de noticias de Azerbaiyán. La gente no lo podía creer.
Con la Pola mirábamos a Mursal, que intentaba disculparse por la desafortunada bienvenida, con un poco de risa. Intentábamos explicarle que lamentablemente para nosotras este tipo de eventos no eran tan lejanos y desconocidos. No saben la cara que puso cuando le contamos que incluso existe un mercado informal de triciclos que salen a las calles en los días de lluvia para cruzar a la gente de lado a lado.

Más adelante, un arquitecto nos explicó las razones de la inundación en Bakú. De como el nuevo boom de la construcción mal planificada ha hecho que la ciudad crezca sin aumentar la infraestructura para soportarlo. Pero este es otro tema interesante que les contaré en un próximo post.

Por el momento, solo recordar en un día lluvioso como el de hoy, que esta fue una de las varias cosas (algunas felices y otras no) que nos hicieron sentir que pese a la distancia geográfica y cultural, no somos tan distintos a los países del Cáucaso.
Solo espero que frente a la adversidad climática los azeríes sean tan creativos como los chilenos.
Quién sabe, a lo mejor Mursar puede partir con una PYME el próximo invierno.

Por Cata

La ultima noche

Dos noches antes de nuestra fecha de partida de Azerbaiyán nuestro amigo Vusat -el que nos encontró el departamento donde alojábamos- nos llamó para decir que la arrendataria había pedido que nos fuéramos.

Algo de que unos familiares habían llegado a Bakú y que tenían que quedarse ahí y que nos teníamos que ir. Eso nos explicó Vusat, y era todo lo que sabía, no le gustaba mucho la razón ni le creía del todo, pero no había nada más que hacer, nos teníamos que ir. Él iba a encontrar una solución para la mañana siguiente, no teníamos que preocuparnos.

Ya era tarde cuando llamó para darnos las malas noticias, y había sido un largo día y estábamos cansados. Nos fuimos a acostar lamentándonos, por la lata que implicaba tener que hacer el desalojo antes de lo que correspondía y porque era un departamento muy cómodo: los chiquillos tenían cada uno una cama cómoda y nosotras compartíamos una cama cómoda y grande en la que ni se notaba que compartíamos el espacio. Pero bueno, así eran las cosas.

Al día siguiente Nando y Cristóbal salieron temprano a hacer una entrevista que teníamos agendada y con la Cata nos quedamos ordenando, haciendo nuestras mochilas, tratando de secar la ropa que estaba en la lavadora cuando nos llamó Vusat y que queríamos que quedara lo más seca posible antes de irnos.

Los chiquillos volvieron con Vusat y el hijo de la arrendataria estuvo todo el tiempo mirando las cosas que nos llevabámos, controlando que estos chilenitos no se robaran nada de nada. Metimos toda la ropa húmeda en bolsas, las mochilas, comida, sacos de dormir, souvenirs a la rápida entre el auto de Vusat y un taxi y partimos.

En el camino Vusat nos decía que lo que había logrado entender es que parece que un amigo de nosotros se había mandado un condoro. Resulta que uno de nuestros amigos-traductores-guías nos había pedido el número de teléfono de nuestra arrendataria porque tenía unos amigos que iban a viajar a Bakú y querían un lugar donde quedarse y nuestro departamento le sonaba muy bien. Le dimos el número, pero parece que no había sido una buena idea. El tipo estaba pololeando y, al parecer, según Vusat, quería arrendar el depto por horas..... Cabe recordarles que Azerbaiyán es un país musulmán donde la virginidad es un atributo muy muy valorado y protegido socialmente, y -si la historia que Vusat entendió es cierta- este tipo quería convertir este decente depto en un motel, en un lugar donde aparentemente no existen los moteles, porque esas cosas no se hacen. Así que como estábamos fomentando -sin saber- la mala vida y la poca vergüenza, nos echaban.

Habrá sido cierto o no, nunca lo sabremos, porque lo cierto es que no volvimos a saber de esa pareja, ni siquiera se aparecieron por nuestra fiesta de despedida, que fue organizada por un amigo de ellos. Raro. Quizás soy malpensada, pero ahora con perspectiva, quizás fue real que intentaron utilizarnos.

Después de muchas llamadas Vusat nos consiguió un lugar, y logramos no dormir en la calle como temimos en un momento. Era un poco más incómodo. Cómo habrá sido que terminamos duchándonos con un chorro mínimo de agua heladísima, y con la dueña del departamento sentada en la mitad de nuestro living-pieza viendo tele sin decir ninguna palabra y nosotros entendiendo nada de qué hacía ella sentada ahí dos horas antes de nuestra partida. De ahí directo al aeropuerto donde casi perdimos el avión a Moscú, pero esa es otra historia.

por Pola.

A propósito de carretes

A propósito del carrete caucásico del sábado antepasado (que espero hayan disfrutado) quería comentar con ustedes, fieles lectores, cómo fueron algunos de nuestros carretes estando de viaje por las Europas.
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Lejos el premio a lo más freak se lo lleva el carrete al que fuimos en Yereván, la capital de Armenia. De partida, la fiesta era en el subterráneo del equivalente a nuestro capitalino Teatro Municipal. El templo de la música docta también era el lugar en el que se escuchaban los acordes del más puertorriqueño reggaeton.

La primera gran impresión al entrar a este "night club" fueron los grandes espejos que decoraban prácticamente todas las paredes del lugar. Pronto, cuando la fiesta ya estaba más animada, nos enteramos de la función que cumplían: Al parecer, los hombres y mujeres armenios, cansados de tener parejas reales, de carne y hueso, preferían por compañera(o) de baile nada más y nada menos que a sus propias imágenes proyectadas en los espejos!!!! Ahí estaban, meneando sus cinturas al son de la música de moda y coquetéandose a sí mismos con bailes estrambóticos. Digno de registrar (maldición que no lo hicimos). La guinda de la torta fue la canción tradicional que pusieron y que nos tuvo a los dos segundos arrastrados por la multitud bailando abrazados al más puro estilo de Mi Gran Casamiento Griego. Como si en la Blondie pusieran a Los Huasos Quincheros y la concurrencia, cual Bafochi, se pusiera a coreografear unos muy ensayados pasos de baile.

Otro carrete freak lo tuvimos en Bakú, Azerbaiján. Fuimos a una fiesta que comenzaba a las 6pm cuando aún el cielo estaba claro... Era estar en Iuesei. La razón, nos la comentó Elgun Memedov, azerí de nacimiento, gringo por adopción y "latinocaliente" de corazón: a las jóvenes chicas azeríes por lo general no se les permite salir hasta más tarde de las 22.00 hrs., por lo que los carretes deben estructurarse según el timing de la concurrencia femenina ¿lógico no? Ojo: no olvidar que estábamos en un país musulmán, donde si bien no había mucho shador por las calles, sí se respetaban muchas de las leyes y tradiciones islámicas, como por ejemplo: el no consumo de alcohol (al menos en lugares públicos).

Si tuviéramos que hacer un top 3 de los carretes del viaje, sin duda que Tallin estaría disputando seriamente el liderazgo. En la fría capital estonesa nos pilló el cumpleaños de Nando, y por fin ese día pudimos desenpolvar el pisco que cargábamos cual trofeo por casi tres meses de viaje. Como no podíamos ser tan flaites de entrar a un pub con nuestro copete nacional, decidimos hacer "la previa" en las plazas del casco antiguo, premunidos de un par de vasitos McDonald's que Erwin, el estonio que nos atendió como 8 veces esa noche, nos pasaba con cara de sospecha. No puedo contar mucho de este carrete, pues no es mi intención publicar a tal punto la intimidad del equipo caucásico. Sólo puedo decir que a las chicas del equipo se las trataron de engrupir unos chilenos muy pero muy chantas que andaban dando vueltas por Escandinavia, que conocimos más de lo que quisimos los hábitos sanitarios de los estoneses y que definitivamente ya sabemos por qué los fineses parten en masa los fines de semana a juerguear a tierras estonias.

Finalmente culmino este breve recuento con algunos flashes de nuestro carrete de Año Nuevo en el gélido París. Cocinamos en la casa de Ingrid, la tía de la Cata, que pasaba el Año Nuevo en casa de unos amigos. Ahí compartimos la cocina de esta impecable casona del siglo XVII con un grupo de adolescentes franceses -entre los que estaban los hijos de Ingrid- que con sólo unos 16 años tenían la sofisticación culinaria para preparar una raclette. Al mismo tiempo, obviamente, hacían ver muy poco digna (pero honrada) a nuestra lasaña hecha a base de salsa de tomate de supermercado.

Una hora antes de las doce partimos hacia la Torre Eiffel, pese a las insistencias del hijo de Ingrid de que no nos apareciéramos por tal lugar. Pero no!, como buenos turistas, no hicimos caso e igual partimos, en un tren con cientos de franceses en juerga por la víspera del nuevo año mientras brinábamos con vodka ruski camino a L'Etoile.
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Tan, tan, tan, las doce!!! (en realidad no hubo ni un tan...no estábamos en Londres)

Ningún fuego artificial

Ninguna Marsellesa

Pocos abrazos

Sólo unos tibios champañazos.

No, no podía ser así, estábamos cagados de frío en pleno Campos Elíseos pasando el Año Nuevo y no podía ser tan fome. Quizás sintieron lo mismo un grupo de brasileños que estaba a nuestro costado y, fieles a la hermandad latinoamericana, nos pusimos a gritar (no a cantar) nuestros himnos patrios, y a abrazar a franceses, marroquíes, gringos, alemanes, etc. hasta la policía gala se llevó abrazos de los chilenos. Había algunos locos, se escuchaban gritos de "¿y dónde está mi french kiss?" y todo tipo de rarezas. Luego de algunas aventurillas y desvergüenzas por las calles parisinas llegamos a un departamento muy cerca de Notre Dame donde bailamos hasta las 5am - 6am. Para no olvidar.