La ultima noche

Dos noches antes de nuestra fecha de partida de Azerbaiyán nuestro amigo Vusat -el que nos encontró el departamento donde alojábamos- nos llamó para decir que la arrendataria había pedido que nos fuéramos.

Algo de que unos familiares habían llegado a Bakú y que tenían que quedarse ahí y que nos teníamos que ir. Eso nos explicó Vusat, y era todo lo que sabía, no le gustaba mucho la razón ni le creía del todo, pero no había nada más que hacer, nos teníamos que ir. Él iba a encontrar una solución para la mañana siguiente, no teníamos que preocuparnos.

Ya era tarde cuando llamó para darnos las malas noticias, y había sido un largo día y estábamos cansados. Nos fuimos a acostar lamentándonos, por la lata que implicaba tener que hacer el desalojo antes de lo que correspondía y porque era un departamento muy cómodo: los chiquillos tenían cada uno una cama cómoda y nosotras compartíamos una cama cómoda y grande en la que ni se notaba que compartíamos el espacio. Pero bueno, así eran las cosas.

Al día siguiente Nando y Cristóbal salieron temprano a hacer una entrevista que teníamos agendada y con la Cata nos quedamos ordenando, haciendo nuestras mochilas, tratando de secar la ropa que estaba en la lavadora cuando nos llamó Vusat y que queríamos que quedara lo más seca posible antes de irnos.

Los chiquillos volvieron con Vusat y el hijo de la arrendataria estuvo todo el tiempo mirando las cosas que nos llevabámos, controlando que estos chilenitos no se robaran nada de nada. Metimos toda la ropa húmeda en bolsas, las mochilas, comida, sacos de dormir, souvenirs a la rápida entre el auto de Vusat y un taxi y partimos.

En el camino Vusat nos decía que lo que había logrado entender es que parece que un amigo de nosotros se había mandado un condoro. Resulta que uno de nuestros amigos-traductores-guías nos había pedido el número de teléfono de nuestra arrendataria porque tenía unos amigos que iban a viajar a Bakú y querían un lugar donde quedarse y nuestro departamento le sonaba muy bien. Le dimos el número, pero parece que no había sido una buena idea. El tipo estaba pololeando y, al parecer, según Vusat, quería arrendar el depto por horas..... Cabe recordarles que Azerbaiyán es un país musulmán donde la virginidad es un atributo muy muy valorado y protegido socialmente, y -si la historia que Vusat entendió es cierta- este tipo quería convertir este decente depto en un motel, en un lugar donde aparentemente no existen los moteles, porque esas cosas no se hacen. Así que como estábamos fomentando -sin saber- la mala vida y la poca vergüenza, nos echaban.

Habrá sido cierto o no, nunca lo sabremos, porque lo cierto es que no volvimos a saber de esa pareja, ni siquiera se aparecieron por nuestra fiesta de despedida, que fue organizada por un amigo de ellos. Raro. Quizás soy malpensada, pero ahora con perspectiva, quizás fue real que intentaron utilizarnos.

Después de muchas llamadas Vusat nos consiguió un lugar, y logramos no dormir en la calle como temimos en un momento. Era un poco más incómodo. Cómo habrá sido que terminamos duchándonos con un chorro mínimo de agua heladísima, y con la dueña del departamento sentada en la mitad de nuestro living-pieza viendo tele sin decir ninguna palabra y nosotros entendiendo nada de qué hacía ella sentada ahí dos horas antes de nuestra partida. De ahí directo al aeropuerto donde casi perdimos el avión a Moscú, pero esa es otra historia.

por Pola.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Familia Cáucaso: ...siempre los había mirado como decentitos, limpiecitos, de ducha diaria ... ¿qué imágen proyectaron allá?!!! pa' que ¡¡los lancen a la calle!!... que pena.
Qué paso que "casi perdieron el tren?... dejaste el pié... ahora tienen que contarnoslo. Besos. Paulina

Anónimo dijo...

Hola l

os leo siempre y me encantaria viajar. qué tan difícil es conseguir visa para allá.

Felicitaciones y sigan escribiendo.
Esteban D.

valeria dijo...

Me gusta mucho que compartan con nosotros sus anécdotas del viaje...
No dejen de hacerlo!!

Magdalena dijo...

Debe haber sido mala onda lo del departamento, pero gracias a Dios encontraron un lugar donde quedarse la última noche.

Un saludo grande... y sigan contándonos porque me entretienen mucho con sus historias.

Besos


Magdalena