Una noche en Georgia quisimos salir a carretear solos.
Era fin de semana, habíamos trabajo y nos lo merecíamos completamente.
Después de mucho caminar buscando algún lugar, encontramos una calle llena de bares, entramos al que tenía la mejor música según nosotros. Un grupo que tocaba covers de muchos grupos, incluidas canciones en español.
Y nos enfrentamos al reto de pedir lo que queríamos. El vodka fue fácil, el nombre es el mismo en todas partes. El problema fueron las papas fritas que teníamos ganas de comer.
- ¿Tiene french fries?
- ¿Ah?
- ¿French fries?
- ¿What?
- (toda esta conversación mezclando inglés y ruso)
- ¿Potato chips?
- ¿What? - La camarera trajo la carta y nos mostró donde decía chips
- Sí! Chips
Y nos trajo un plato con papas fritas, pero no de las que queríamos, sino que papas tipo Pringles. Nos miramos y las comimos nomás.
Al rato seguíamos con hambre, la llamamos de nuevo y pedimos hatchapuri, eso sabíamos pedirlo y era imposible que no lo entendiera.
Pero antes de llegar con el hatchapuri (masa con queso "parecida" a las empanadas de queso) se acercó a la mesa al lado de la nuestra con ¡un plato de papas fritas!, las miramos, la miramos y saltamos
- ¡¡¡eso es lo que queremos!!!
- ¿What?
- ¡¡Eso!! ¡¡Eso son french fries!!
- Ahhhhhhh, friiiiiii
- What? -dijimos nosotros-
- Friiiii
Y así, con una nueva palabra en el vocabulario pudimos comer las ansiadas friii que no comíamos desde septiembre -o antes- cuando aún estábamos en Santiago.
Pola.
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