El despertar de las naciones



El último capítulo de la serie Adiós Años Rojos muestra cómo nacen los nacionalismos 15 años después de la caída de la Unión Soviética, y las guerras que comienzan al llevar esos nacionalismos al límite.

Estreno Martes 22:00 pm
Repeticiones:Miércoles 7.30 am y 17.30 pm
Sábado 16.30 pm
Domingo 10.30 am

Ilusiones de libertad



 
No se pierdan hoy el tercer capítulo de la serie de TV de Proyecto Cáucaso, Adiós Años Rojos. El capítulo profundiza en cómo estos países, si bien hace más de 15 años pudieron declarar su independencia en el papel, aún continúan luchando por alcanzar la libertad efectiva y la democracia.

Estreno: Martes 22:00 hrs
Repeticiones: Miércoles 2:30 am / 7:30 am / 17:30 pm
Sábado: 16:30 pm
Domingo: 10:30 am

Adiós Años Rojos




El programa de televisión. Estreno los martes de mayo por Canal 13 cable.

6 de mayo

Como ya leyeron en el último post, el 6 de mayo se estrena Adiós Años Rojos, la serie de TV de Proyecto Cáucaso.
80 horas grabadas. Más de 50 entrevistas. 4 países. 4 meses. Idiomas diferentes, culturas nuevas para nosotros. Todo eso, para dar forma una serie de TV de 4 capítulos que intentará acercar esa zona tan desconocida a los ojos del resto del mundo. Porque esa es una de nuestras metas: no quedarnos sólo en Chile, sino que ser capaces de llegar más allá, para dar cuenta de cómo ven estos 4 chilenos la realidad del Cáucaso. Porque no hay nada malo en soñar. Nos inventamos este proyecto que parecía loco, pero que tomó forma hasta convertirse en un producto de alta calidad, del que podrán disfrutar en poquísimo más de un mes.


Dimensionando


Mis padres, gracias al consejo de un gran amigo, me regalaron la subscripción por un año de The Economist. Ya tengo cerca de 15 ejemplares apilados en mi pieza. No puedo decir que los he leído todos, pero puedo decir que he ojeado con una profundidad bastante aceptable la mayoría. No es el momento para discutir acerca de lo que The Economist representa, pero una cosa es clara, para mí es una ventana transportable al mundo. Puedo estar en el metro o el baño y la sensación de poder recorrer en 100 páginas (aprox.) la actualidad global es fascinante.

Este nuevo acercamiento al mundo ha servido para darme cuenta de que el Cáucaso Sur sigue no existiendo ante los ojos del mundo. Claro, en The Economist aparece en varias de sus ediciones alguna noticia, (más de lo que jamás aparecerá en una sección internacional de nuestra prensa), pero sigue siendo totalmente subvalorado. De hecho en el número de la semana pasada bajo el título “Troubling news from the Caucasus” se habla acerca de las ocho personas muertas por la escalada de violencia que se produjo en Yereván (Armenia), por las recientes elecciones presidenciales, no es un artículo muy largo y no tiene llamado en la portada de este semanario. Si se piensa fríamente, en la Franja de Ghaza fueron más de 100 las personas asesinadas en los últimos ataques, entonces ocho en Armenia como que no logra contrapesar la balanza para que los medios pongan un real ojo en lo que ocurre en esta zona. Cada vez que hay elecciones en los países del Cáucaso Sur hay muerte y violencia. Procesos que debiesen ser una fiesta terminan en funerales y odio. ¿Qué pasaría si en la próxima elección presidencial en Chile hubiesen ocho muertos? Pero más que eso, ¿acapararíamos portadas en los medios del mundo o sólo seríamos un “breve”? Jugando a la ficción ¿qué pasaría si en Estado Unidos los comicios terminarán con ocho muertos? Probablemente tendríamos una cobertura parecida a 11/01 ó a alguna de las matanzas en los colleges o high school.

El foco de las noticias internacionales estará por un buen rato en lo que ocurre en India, China y los llamados mercados emergentes de oriente, y está bien, si al final que los indios y los chinos dejen de andar en bici y se compren autos, es un hecho que nos afecta y que lo sentimos día a día en el precio del petróleo, ese que tanto hay en el Cáucaso Sur, donde por ahora, los ojos del mundo no se han fijado lo suficiente. Es de esperar de que en algún momento la región de Transcaucasia sea vista como un lugar desde donde se puedan sacar muchas lecciones de los procesos que casi todas las sociedades en el mundo vivieron, viven o vivirán. Proyecto Cáucaso intenta aporta con un grano de arena a esta tarea.

NANDO

6 de mayo/ 22 horas /Canal 13 Cable/ Estreno
“Adios Años Rojos” (Serie de Televisión Proyecto Cáucaso).

Shakira, shakira




Si había una canción que sonaba en los 3 países del Cáucaso, era ésta. Empezaban los primeros acordes y la gente se ponía inmediatamente a bailar. En medio de la música "en raro", escuchar algo en castellano era un alivio. Shakira, colombiana, a esa distancia era casi como si hubiera sonado música chilena. Claro que la gente pensaba que por ser latinos nos movíamos igual que ella, y no teníamos cómo estar a su altura.

Para nosotros era un alivio, algo que conocíamos. Ritmos cercanos, palabras que entendíamos. Era por un par de minutos olvidarnos que estábamos tan lejos de casa.

Ahora, cada vez que hemos estado bailando y suena esa canción, nos miramos y la bailamos juntos. No seremos ella ni nos moveremos como la gente de allá pero esta canción, por todas las veces que la escuchamos, es parte de nuestra banda sonora.

Por Pola

Nacionalismo

¿Qué nos hace chilenos? Será la cordillera, las humitas, la declaración de independencia, el jardín de mariscos, la cueca, el festival de Viña, el castellano chilenizado, el Cucalón, el pebre, PapeLucho, la piscola, el merkén, el altiplano, Torres del Paine…en fin, algunas de estas cosas ayudan a explicar nuestra identidad, sin embargo, es difícil pensar en un sustento que nos diferencie profundamente de bolivianos, peruanos, argentinos, venezolanos, colombianos, etc.

Según los expertos, la identidad y la cultura están estrechamente ligadas a la religión, y si lo pensamos bien, todos los países en Latinoamérica son en su mayoría católicos. Para esta altura, más de alguno debe estar diciendo que somos muy distintos a los ecuatorianos y que nada nos asemeja a los paraguayos. Quizás están en lo correcto, pero atribuyo esas diferencias a devenires históricos, contingencias territoriales y situaciones geográficas. Al menos todos hablamos castellano, le rezamos a Jesús, veneramos a María, fuimos colonizados por españoles, nuestros países tienen menos de 200 años de independencia y todos tenemos conflictos con los pueblos originarios por exclusiones y segregación.

Los países del Cáucaso Sur en el año 2006 celebraron 15 años de independencia tras liberarse de la URSS. Para ellos éste era simplemente un formalismo, ya que su identidad no se juega en una declaración de independencia; la sangre es la que manda. Sólo pueblos como éstos pudieron haber soportado toda una historia de dominaciones por diferentes imperios, sin perder una pizca de su cultura y sentido de pertenencia a sus raíces.

El orgullo de estas personas por ser armenias, georgianas o azeríes se siente cuando hablan, cuando rezan, cuando pelean, cuando comen, cuando sufren. Toda la pasión y el arraigo han hecho que estos pueblos puedan seguir sintiéndose únicos.

Religiones propias, idiomas exclusivos, ayudan a que, pese a siglos de dominación, armenios, georgianos y azeríes puedan continuar luchando por ser reconocidos como los antepasados de Noé, y los afortunados de habitar en la tierra elegida por Zeus para encadenar a Prometeo y el lugar donde supuestamente estaría el jardín del Edén.

Nando

Los templos y el turismo

Cuando uno visita un país, resulta curioso que uno siempre termina visitando iglesias o templos, independiente si uno es creyente o no. Muchas veces esto resulta hasta complejo para quienes quieren asistir a misa por ejemplo a Notre Dame en Paris. La gente reza el Padre Nuestro entre flashes y filmaciones de los turistas. La cosa no cambia si hablamos de las iglesias de la ruta colonial mejicana. Y a una escala bastante menor, incluso algo de eso podemos ver con nuestras iglesias de Chiloé, que son visitadas por hordas de turistas cada verano para luego quedar en casi total abandono durante el resto del año.

Pero enfoquémonos lo que nos convoca, en el Cáucaso. Más aún, enfoquémonos en sus iglesias y mezquitas.

Las Iglesias de Armenia y Georgia, resultan bastante similares. Son pequeños templos, muchas veces encaramados en algún cerro. Suelen ser la postal ideal. Pequeñas iglesias que parecen observar desde lo alto ciudades y caseríos. Si bien por fuera, iglesias Armenias y Georgianas se ven similares, es su interior lo que marca la diferencia. En Georgia por ejemplo, están llenas de íconos e imágenes religiosas. Los fieles entran y besan cada una de las imágenes y símbolos en su interior. En cambio en Armenia, nada, ni una sola figura o imagen distrae los ojos del altar.

Obviamente en Azerbaiján la cosa es distinta. Son musulmanes. Por lo que cambiamos los pequeños templos encaramados en los cerros por mezquitas.

Me sucedió algo súper curioso. Mientras fuimos a visitar una mezquita, nos tocó que estaban orando. Estaba súper incómoda, eran mas de cien personas, todas hombres y ahí estábamos nosotros con pinta demasiado turística y con la Pola tapándonos como podríamos el pelo con unos pañuelos que teníamos.

Habrá sido la falta de costumbre o la ignorancia respecto al comportamiento que deberíamos tener, no sé. Pero me acuerdo que pensé lo curioso que era que a nadie le incomode entrar a la Basílica de San Pedro mientras hay misa y a mi me haya resultado tan incómodo estar en una mezquita mientras rezaban a la Meca.

Por Cata

Mi lado armenio

Soy un cuarto armenia. Los abuelos de mi mamá llegaron desde Armenia durante la década del 10, escapando del que se conoce como el primer genocidio de la era moderna.


El Cáucaso -y Armenia en particular- tiene una posición estratégica como cruce de caminos de las caravanas comerciales entre Oriente y Occidente, lo que ha sido de gran interés para los pueblos que rodearon la zona, haciendo que fuera conquistada sucesivamente por persas, macedonios, romanos, bizantinos y árabes.

El imperio Turco-Otomano y el Ruso, se dividieron el territorio. Lo que hoy es Armenia pasó a formar parte del Imperio Ruso, y una parte de mayor tamaño se sumó a lo que hoy es Turquía. Parte de la política del gobierno de los Jóvenes Turcos consideraba la eliminación del pueblo armenio. Más de un millón y medio de armenios fueron asesinados, muertos de hambre y deportados.

Mis bisabuelos y sus hermanos escaparon buscando sobrevivir y nunca pudieron volver a sus hogares. Mardin, el pueblo en el que nacieron, está en Turquía y me fue imposible conocerlo en este viaje. Era un viaje de trabajo y las fronteras entre ambos países están cerradas, lo que dificultaba mucho la entrada en en Turquía desde Armenia, complicando el itinerario del viaje. Así que mis ganas de ver las calles por las que ellos caminaron quedó para una nueva ida a esa zona.

El genocidio era algo de lo que siempre había escuchado hablar, pero que no me era claro hasta ir al monumento y museo del genocidio. Hay, en las alturas de Yereván, un monumento donde arde una llama en recuerdo de quienes murieron. Mirando esa llama me sentí muy cerca de esa bisabuela con la que sólo compartí un par de meses. Era una sensación que me embargaba profundamente.

Luego al entrar el museo la sensación se hizo aún más potente. Las fotos de la época me provocaron una gran pena. Al pensar en los amigos y parientes de Félix y Emilia que pasaron por esa misma suerte. Y al ver las fotos de alguna manera agradecía que sus papás los hubieran forzado a escapar al otro lado del mundo, porque sin eso yo no existiría y ellos habrían sido uno más de esos cuerpos que retrataban las fotos: fusilados, decapitados, muertos de hambre, vejados.

Y era una mezcla muy triste esa de agradecer y doler. Muy triste.

Había olvidado esas sensaciones, ese ahogo que sentí al ver las fotos y documentos y artículos de la época. Esta semana estuve revisando esas imágenes para el documental, y volvió a mi algo de esa pena.

¿Qué hace que el hombre se vuelva contra él mismo? ¿Qué hace que el ser humano ataque a su propia especie? ¿Qué hace que el odio sea más fuerte que todo? ¿Por qué no aprendemos? ¿Por qué volvemos a caer en esta estupida locura de atacarnos unos a otros?

Mis bisabuelos se reflejan en mis ojos y el color de mi piel, en las narices de casi toda mi familia, en la silueta de todos los hombres, en ciertos gustos de mi abuela y sus hermanas, en palabras que quedaron en el vocabulario familiar, en la comida. Ellos sobrevivieron y una familia nació de ese viaje que emprendieron.

Cierro los ojos y pido paz por los que no pudieron. Y pido porque esto deje de repetirse, porque un día seamos capaces -la raza humana- de dejar de atacarnos y hacernos mal.


Pola

La perspectiva histórica

Este sábado recién pasado, 5 de enero, se realizaron elecciones presidenciales en Georgia. Un proceso electoral bastante tenso, ya que desde hace meses miles de opositores al régimen del actual presidente Mijaíl Saakashvili exigen su dimisión. Lo acusan de estar ejerciendo un gobierno cada vez más autoritario y alejado de los postulados que lo llevaron al poder hace ya 4 años, cuando asumió el liderazgo de esta república caucásica luego de la Revolución de las Rosas, una sublevación pacífica en que la ciudadanía georgiana sacó de la presidencia a Eduard Shevardnadze, al que se lo acusaba de falsear las elecciones y tener al país sumido en un nivel altísimo de corrupción.

Puede parecer paradójico, pues argumentos similares que los que hoy esgrime la oposición a Saakashvili (que por cierto se está presentando a un nuevo período) fueron los que sacaron al anterior presidente del poder.

Hasta antes de estos acontecimientos Georgia era la esperanza de Occidente. La excepción a la regla que motivaba la creencia de que la democracia podía asentarse con éxito en este último rincón de Europa.

¿Y qué ha pasado? Hoy la Unión Europea y Estados Unidos ven con gran preocupación estos últimos sucesos, que podrían convertirse en un brutal fracaso democrático. Todo ha cambiado. Y de un día para otro. Sólo en un par de respiros.

Hace un poco más de un año paseábamos por las calles de Tbilisi -la capital de Georgia- y las banderas de la Unión Europea y de la OTAN que flameaban en el exterior de todos los edificios públicos, nos hacían creer que si bien este país caucásico no formaba parte de estos organismos internacionales, en un futuro cercano sí lo harían.

Hoy, los últimos hechos ocurridos hacen que el cumplimiento de ese deseo se haya alejado del horizonte georgiano.

Sólo un año ha pasado, y lo que parecía una meta alcanzable en un tiempo breve, hoy derechamente se ve bastante lejano.

La rápida sucesión de los acontecimientos le hace un flaco favor a nuestras memorias y acciones. No alcanzamos a computar, a documentar, a registrar, a madurar, a reflexionar, a PLANIFICAR, cuando ya el escenario nos ha sido cambiado del todo. Sufren los georgianos, y sufrimos nosotros.

Y así surge un sentido valioso, y en general poco considerado por nosotros -los periodistas-, esclavos del minuto y fanáticos del presente: la perspectiva histórica.

Hace un año habría creído a pies juntillas que Georgia prontamente sería miembro de la OTAN.

Hoy lo dudo.

Cito para ilustrar otro ejemplo. Para mí, Estados Unidos siempre ha sido el gran poder del sistema internacional.

Pero ahora, consciente de esta sucesión frenética de sucesos que tejen la historia, tomo conciencia, y me doy cuenta de que de los 732.561 días que llevamos viviendo la "Historia Moderna", Estados Unidos ha sido “la bella de la película” sólo por 32.120. Sólo después de la IGM me atrevería a hablar de la hegemonía del país del norte. En otras palabras, un ínfimo 4,3% de nuestra historia D.C.

Hoy los países del Cáucaso disfrutan de 16 años de vida independiente. Los escuchamos exponer brillantes planes para el desarrollo de sus naciones, prometedoras políticas que elevarán su crecimiento económico, fantásticos proyectos de fortalecimiento institucional.

Y luego me siento, y pienso, que son sólo 16 años.

Que antes de eso eran parte de la URSS.

Y antes de la URSS del Imperio Ruso.

Y antes del Imperio Ruso del Turco Otomano.

¿Qué me asegura que podrán sumar 16 años más a su historia de naciones soberanas?

Escalofriante.

Pero terriblemente cierto.

Lo que pasa hoy en Georgia, y los otros ejemplos que cito, sólo buscan ser una forma de llamar la atención sobre el cuidado que debemos poner al emitir juicios, al proyectar, al asumir por cierto o seguro algo que al día siguiente podría cambiar. Sólo en un abrir y cerrar de ojos. Sólo en medio respiro.

Por Cristóbal