La Detención

Desde la perspectiva del tiempo hay cosas que mejor queden registradas para que después no lamentemos el olvido. Pero tal como dice García Márquez la vida nos es como la vivimos sino como la recordamos.
Recuerdo que estábamos caminando por las calles de Tbilisi. Nos llamaba mucho la atención que en los edificios oficiales estuviesen colgadas las banderas de Georgia y de la Unión Europea. Decidimos que eso era digno de registrar, ya que era una clara señal de la obsesión de los líderes de este país, de desmarcarse Rusia y acercarse simbólicamente a un anhelo de europeización.

Frente a un edificio que tenía estas banderas en su fachada, me dispuse a grabar, el resto del grupo, incluyendo a Mary, nuestra traductora, se había adelantado. En el momento en que el visor de la cámara tenía enfocada las banderas, siento un brazo agarrando mi mano izquierda y de un momento a otro estoy rodeado por cuatro militares georgianos que me arrastraban hacia un edifico misterioso. Lo único que yo decía era “Tourist” y lo único que ellos respondían era “one minute”. Por suerte el resto del equipo Cáucaso se dio cuenta de esta situación y le pidieron a Mary que hiciera algo. Finalmente Mary pudo entrar conmigo a la oficina donde me detuvieron. Me quitaron la cámara y me hicieron mostrarles las inocuas grabaciones.

Sería mentira negar que estaba nervioso, pero era un nerviosismo curioso, de ese que te lleva a imaginar todos los escenarios posibles. Me veía en un calabozo con los más tétricos personajes como compañeros, o me imaginaba sin pasaporte ni permiso para abandonar Georgia, que si bien es un país muy interesante, no era mi preferencia para pasar quién sabe cuanto tiempo.
Mientras todas estas reflexiones rondaban mi cabeza, veía un constante paseo de militares georgianos que miraban la fotocopia del pasaporte que les había entregado. No quise pasarles el original, ¡y si no me lo querían devolver, o lo rompían enfrente mío, o si simplemente lo quemaban!….todo eso me llevó a entregarles la fotocopia, hasta que Mary, que también estaba nerviosa, me preguntó si tenía el pasaporte original ya que querían verlo.

Trataba de preguntarle a Mary si los militares habían dicho algo acerca de nuestro futuro, pero lo único claro es que no había nada claro. Se veía a un grupo de jóvenes uniformados sacando copias a mi pasaporte una y otra vez, y el continuo paseo de funcionarios de otros departamentos no paraba. Me sentí en una especie de exhibición, donde el rito de los que miraban era sonreír irónicamente, mirar mi pasaporte e irse.

Así paso al menos la primera media hora. Luego de eso vinieron las preguntas. ¿Qué hacía en Georgia?, ¿Hace cuánto tiempo que estoy en este país? ¿Por qué estaba grabando las banderas? ¿Quién me acompañaba? Cuando apareció esa pregunta me di cuenta de que ellos ya sabían la respuesta, por un monitor se veían sentados en la vereda del frente del edificio a Cristóbal, Cata y Pola. ¿Ellos son tus amigos? -me preguntó- Dudé, si decía que sí quizás los irían a buscar y estaríamos los cuatro en la misma situación. Hubo un pequeño silencio y finalmente dije que sí, el milico sonrió y dijo algo así como: “parece que están aburridos”.

Cuando llevábamos más de una hora en esa oficina y nos habían interrogados de todos los temas descubrimos cuál era el problema. Tenía que venir una especie de General o un militar con un cargo alto para dejarnos libres. Debo reconocer que el ambiente se había relajado un poco y el fútbol ayudó a eso. En dos días más jugaba Georgia con Italia por las clasificatorias de la EuroCopa, entonces comenzamos a hablar de cómo sería el partido y los milicos jóvenes preguntaban por Salas y Zamorano y en qué pasos andaban esas estrellas mundiales.
Pese a que no había claridad de lo que harían con nosotros, ya sabíamos que nada muy grave nos pasaría. Cuando habían pasado cerca de dos horas desde nuestra “captura” entró a la oficina el “mandamás”, todos lo “pelaos” se cuadraron frente a este señor quién me pidió que le mostrara la grabación donde se veían las famosas banderas. Las miró, dio una orden y uno de los militares me devolvió el pasaporte, de manera inocente pregunté si querían que borrara las imágenes, Mary les explicó y ellos dijeron que no.

Me despedí deseándoles suerte contra Italia y ellos disculpándose fríamente nos abrían las puertas. Al frente estaba el resto del equipo Cáucaso, a quienes quizás conté una historia distinta a ésta en esos momentos, pero como aclaré al principio García Márquez tiene razón, la vida no es como la vivimos sino como la recordamos.

NANDO

FIESTA FIESTA

Este sábado es el mega evento de Proyecto Cáucaso. De nuestra seguidilla de eventos éste promete y mucho. No es porque lo digamos nosotros. Las cifras nos avalan.

En el primer concierto “Rusia en la Guitarra” tuvimos una asistencia de 300 personas lo cual hizo de esa noche algo muy especial ya que era la presentación en sociedad de nuestro Proyecto.

Luego vino nuestra primera fiesta; Nasdarobia en el KUHWIS, igual que la de este sábado. En esa ocasión llegaron alrededor de 150 personas, nada mal para un proyecto que aún estaba comenzando.

Antes de partir en nuestro viaje hicimos Nasdarobia II, en el ex Sarita Colonia, barrio Bellavista. Ahí la rompimos, llegaron cerca de 350 personas en un evento que estuvo inolvidable.

Este año, ahora con material para mostrar, hemos repetido la saga de fiestas y conciertos.
“Rusia en la Guitarra II” el martes 15 de mayo siguió con la buena racha convocando a cerca de 250 personas, pese a todos los inconvenientes de movilización que existen en Santiago.

Ahora es el turno de Nasdarobia III, y esperamos calentar la noche del sábado, con música, baile, fiesta, buena onda y entretención.

¡Nos vemos el sábado sin falta!
Proyecto Cáucaso: everyone is invited!

En la zona de guerra

Por Cata

En uno de los reportes que hicimos desde Armenia, al principio de nuestro viaje, les contamos sobre nuestra ida a Nagorno Karabagh (NK). Es una región, que luego de la caída de la URSS fue disputada en una guerra entre Armenia y Azerbaiyán (Guerra de Nagorno Karabagh 1990 - 1994). Si bien el estado de guerra continúa hay un acuerdo de cese al fuego desde el año 94 entre ambos países y que se ha respetado.
Hoy NK es una región autónoma bajo el control armenio pero sin reconocimiento internacional. Este conflicto, como pudimos ver tanto en Armenia como en Azerbaiyán, sigue siendo una espina en el corazón de la población.
La guerra de NK conllevó lo que toda guerra hace: muerte, desplazamientos, refugiados, destrucción, odios, pérdidas…sangre.
Yo no voy a hablar sobre el conflicto, no soy experta, y sobre todo como se trata de una herida abierta, no quiero emitir juicios de los que después me pueda arrepentir.

Solo quiero recordar que fue para mí estar en una zona de guerra.

Cuando estábamos en Armenia y se dio la posibilidad de viajar a NK, nuestro instinto periodístico nos impulsó a hacerlo sin dudar. Fuimos a Agdam, ciudad que tenía 100 mil habitantes y era de las más ricas y prósperas de la región. Hoy está completamente destruida y deshabitada. Como se encuentra al borde de la línea de cese al fuego está abandonada y sin planes de reconstrucción, al menos en el mediano plazo.

Lo único que encontramos ahí fueron soldados en ejercicios militares. El resto, piedras amontonadas en lo que alguna vez fueron plazas, calles, colegios, casas y edificios. Solo quedaron las estructuras vacías y a medio destruir de edificios que alguna vez albergaron a miles de personas. La naturaleza, a través de maleza y hierba, se ha encargado de tapar un poco la destrucción, como tratando de ocultar la vergüenza de lo que como seres humanos somos capaces de hacernos los unos a los otros.


Estando ahí, observando desde la torre de una mezquita - que fue lo único que quedó medianamente ileso - pude observar la magnitud de la destrucción. Pero por más que intenté, no pude imaginarme ese lugar lleno de vida. No se me apretó el corazón pensando en la gente que alguna vez vivió ahí. En la gente que murió ahí.

Me dio rabia. Me sentí una insensible. ¿Cómo era posible que no me afectara?

No me logré conectar con el lugar porque nunca lo conocí en su estado anterior, con gente y construcciones en pie. Conocer Agadam y no conectarme con la guerra pasó simplemente porque no conozco la guerra, y conocerlo vacío, sin el rostro de la gente…

…simplemente no lo pude ver.

Pero fue distinto cuando estuvimos en Shushi, ciudad vecina a la capital de NK. En Shushi nos alojamos. Ahí nos recibió Gayané y su familia maravillosa, quienes viven en una casa humilde pero que no dudaron en abrirnos las puertas, comer con nosotros y deleitarnos con la música del violonchelo.

Shushi también fue destruida en la guerra. Casi todos los edificios están vacíos, sin ventanas, sin puertas y techo. La ciudad está media vacía y solo unos pocos viven ahí.

Eso si fue impactante.

Hay gente que vive en Shushi y los que viven ahí conviven con la guerra todos los días. Los niños camino al colegio ven a su alrededor destrucción y escombros. No hay alumbrado público ni alcantarillado. Todo lo que observas te recuerda la guerra. Uno ve las construcciones (lo que quedó de ellas) y pareciera que las bombas cayeron ayer. La ciudad no les permite a sus habitantes olvidar que hace menos de 15 años gente estuvieron en guerra.

Ver a Gayané y sus niños creciendo en este ambiente me conmovió. ¿Qué clase de mensaje reciben ellos viendo como algo cotidiano edificios y calles destruidas? Niños cuya inocencia y esperanza choca con la imagen de guerra en la puerta de su casa.

Pero el ser humano es resiliente, y pese a todo sigue adelante. Gayané y sus niños seguirán abriéndose camino en Shushi. Los niños seguirán yendo al colegio, tocando el violonchelo y jugando entre escombros.
Mientras uno aquí en Chile ajeno a esa realidad.

Aquí, donde la guerra parece algo tan lejano, tan improbable, tan de otros.

Unas simples papas fritas

Una noche en Georgia quisimos salir a carretear solos.
Era fin de semana, habíamos trabajo y nos lo merecíamos completamente.
Después de mucho caminar buscando algún lugar, encontramos una calle llena de bares, entramos al que tenía la mejor música según nosotros. Un grupo que tocaba covers de muchos grupos, incluidas canciones en español.
Y nos enfrentamos al reto de pedir lo que queríamos. El vodka fue fácil, el nombre es el mismo en todas partes. El problema fueron las papas fritas que teníamos ganas de comer.
  • ¿Tiene french fries?
  • ¿Ah?
  • ¿French fries?
  • ¿What?
  • (toda esta conversación mezclando inglés y ruso)
  • ¿Potato chips?
  • ¿What? - La camarera trajo la carta y nos mostró donde decía chips
  • Sí! Chips
Y nos trajo un plato con papas fritas, pero no de las que queríamos, sino que papas tipo Pringles. Nos miramos y las comimos nomás.
Al rato seguíamos con hambre, la llamamos de nuevo y pedimos hatchapuri, eso sabíamos pedirlo y era imposible que no lo entendiera.
Pero antes de llegar con el hatchapuri (masa con queso "parecida" a las empanadas de queso) se acercó a la mesa al lado de la nuestra con ¡un plato de papas fritas!, las miramos, la miramos y saltamos
  • ¡¡¡eso es lo que queremos!!!
  • ¿What?
  • ¡¡Eso!! ¡¡Eso son french fries!!
  • Ahhhhhhh, friiiiiii
  • What? -dijimos nosotros-
  • Friiiii
Y así, con una nueva palabra en el vocabulario pudimos comer las ansiadas friii que no comíamos desde septiembre -o antes- cuando aún estábamos en Santiago.
Pola.