La Balalaica



El primer día en Yereván íbamos bajando en el taxi hacia la ciudad y escuchamos una canción. Haciendo uso de nuestro limitado conocimiento del ruso entendimos algunas palabras. Era pegajosa, y la letra era fácil de seguir.

Íbamos todos callados en el taxi, mirando la ciudad, impresionados - horrorizados por cómo manejaban (llegar desde nuestro departamento al centro implicaba bajar un cerro, en el que los conductores apagaban el motor y bajaban sólo con el vuelo con que el que entraban a las curvas). Y derepente nos encontramos tarareando la canción que veníamos escuchando.

Escucha, escucha
La Balalaica.

El taxista nos miró y se río de estos 4 extranjeros que por señas le habían dicho dónde ir, pero que cantaban una canción que no entendían. Subió el volumen para que escucháramos mejor y cantáramos tranquilos.
La ciudad se nos presentaba extraña y lejana, recién entrábamos a descubrirla, pero ya estábamos cantando y llevándole el ritmo.
Nos bajamos del taxi sin poder saber qué radio había sido la que tenía sintonizada el taxista, y sin ninguna idea de cómo se llamaba la canción.

Con Cristóbal quedamos pegados con la canción y la anduvimos tarareando unos días, preguntando a la gente que conocíamos si les sonaba una canción que hablaba de una balalaica.
Hasta el último día cuando fuimos a comprar música para traernos de recuerdo, a nadie le sonaba, nos ofrecían música tocada con balalaicas, pero no conocían ninguna que hablara de una.
Y llegamos sin saber qué canción era y casi sin esperanzas de volver a escucharla.

Esto es un servicio de utilidad pública, si escuchan a oir algo así, pop, totalmente pop, que habla de escuchar la balalaica, avísennos por favor, les estaremos más que agradecidos.


por Pola


*la balalaica es un instrumento musical ruso de cuerda de la familia del laúd. Tiene un cuerpo triangular, casi plano, con una pequeña boca de resonancia cerca del vértice superior de la tapa, un mástil largo y estrecho y tres cuerdas de metal o tripa que suelen pulsarse con los dedos (algunas veces se utiliza un plectro de piel para las cuerdas metálicas). (Wikepedia)

Rusia en la Guitarra 2


El próximo Martes 15 de mayo a las 19.30 hrs, el destacado guitarrista clásico Nicolás Emilfork va a dar un concierto en el Aula Magna del Centro de Extensión UC, recorriendo piezas de grandes compositores rusos como Sarenko, Ivanov-Kramskoi, Koshkin y Rudnev.

Este concierto es en el marco de las actividades de Proyecto Cáucaso, el documental que fuimos a filmar a Armenia, Azerbaiyán y Georgia a fines del año pasado.

¿Y por qué Rusia en la Guitarra 2? Porque ya el año pasado, Nicolás nos maravilló en un concierto que repletó el Aula Magna del Centro de Extensión. Si se lo perdieron, dejen de lamentarse, pueden verlo este martes 15 de mayo. Si ya lo vieron, pueden volver a deleitarse con la maestría del talentoso Nicolás.


Rusia en la Guitarra 2
Aula Magna del Centro de Extensión UC (Alameda 390, metro UC).
Adhesión: $ 3.000 (estudiantes $ 2.000).

De cómo el vodka disminuye las barreras idiomáticas...(o quizás cualquier borrachera)

Iba solo. Ocupando uno de los 6 puestos de una couchette normal, esas pequeñas piezas de seis u ocho asientos tan típicas de los trenes europeos. Había dejado San Petersburgo y marchaba hacia el noroeste rumbo a Helsinski, la capital de Finlandia. La vendedora de pasajes en Rusia me había dejado en otro compartimento, y el resto del equipo Cáucaso viajaba en la pieza de al lado.
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El viaje era largo y escuchaba las risas en el pasillo de un grupo de españoles -y un chileno de Doñihue- que mis compañeros -muchísimo más sociables que yo- se habían topado vitrineando por los pasillos de nuestro vagón. Yo, rodeado de rusos al frente y al costado, me refugiaba en mi libro, en mi MP3 y en el increíble paisaje de bosques de coníferas y lagunas congeladas que se repetían una y otra vez allá afuera.
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Despego la vista de las páginas de mi libro, miro al frente, y uno de los rusos me hacía señas y me indicaba un salchichón que tenía en la mano. Miro hacia el lado, y los otros 4 rusos estaban expectantes esperando mi respuesta. No había comido nada ese día (cosa no rara en nuestro viaje), y mis vecinos viajeros habían sacado sus viandas -un verdadero festín de media mañana- y no querían que el extranjero solitario se quedara mirando mientras ellos comían.
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Así que sonreí, con un tímido, "Da, ochin spasiva" (Sí, muchas gracias) acepté el ofrecimiento, y me saqué el MP3 dispuesto a entrablar una cuasi imposible conversación de signos con mis generosos vecinos rusos.
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Después de tragarme con dos mascadas el sandwich de pan pita y salame que me hicieron, el ruso de al frente me dice en un destartalado inglés "y ahora tiene que tomar esto", sacando de su bolsa de papel kraft una blanca botella de Vodka que todos -hombres y mujeres- recibieron con vítores y aplausos.
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Deben haber sido las once de la mañana y yo estiraba el vaso de plástico (también provisto por mis nuevos amigos rusos) para aceptar el cuarto shot de Vodka. La cabeza ya me daba vueltas, pues sólo tenía en el estómago un pan pita y unos cuantos centímetros cubícos de un vodka de 45 grados.
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De ahí en adelante la esforzada conversación de gestos se transformó en una locuaz conversación que incluyó chistes, brindis y política. No me pregunten por qué ni cómo pero me enteré de que uno de ellos conocía Puerto Montt, que les gustaba Neruda y les conté de mis antepasados Sapojnikov (motivo por el cual "gané" otro shot en brindis por mi sangre rusa).
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Llegamos a la capital finesa, me despedí, y supe que nunca más los volvería a ver. Mandaron saludos para Puerto Montt y sabía que reían para adentro por este chileno que con sólo 4 ó 5 pequeños cortos de vodka ya no podía caminar derecho. Bajé del tren como quien viene saliendo de una pequeña embarcación en un mar bien movido. Mareado, muy mareado, muerto de risa. Es decir, cuasi borracho.
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Menuda experiencia, pensé, y vaya cómo el Vodka reduce la improbabilidad de la comunicación, dije luego para mis adentros. Fueron varios Nasdarobia (salud) los que hice en ese tren (ya no sé por qué). Sólo sé que así de sui generis, así de borracha, y así de "rusa" fue mi bienvenida a Helsinski.
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Cristóbal.

Anecdotario Proyecto Cáucaso

Arcadi


Arcadi es taxista. Pasó temprano por nosotros a nuestro departamento en Yereván. El destino, Tbilisi, capital de Georgia, nuestra segunda ciudad en el itinerario. Era una mañana soleada, de colores pasteles como toda Yereván, eso si, con una brisa que servía para despertar y asumir (después nos daríamos cuenta) que dejábamos atrás la ciudad de Cáucaso donde todavía se ve más fuertemente la influencia soviética, no sólo en su gente sino que en su arquitectura.

Nos despedimos de Nareg nuestro amigo, personaje, traductor y guía en Armenia, fue la primera vez que dejó que las mujeres le dieran UN beso en la mejilla. Subimos al Opel (estoy casi seguro que era un Opel) con patente georgiana. No se veían muchos autos como ese en Yereván, los Mercedes Benz y Ladas predominaban en todas las caóticas avenidas de la capital armenia.

Nosotros hablamos español e inglés, Arcadi ruso y georgiano. Todos hablábamos con dibujos y gestos, aunque no hubo necesidad de hablar sino hasta después que cruzamos la frontera y estábamos en Tbilisi. Arcadi, (nuca supimos por qué), nos cobró más dólares de lo acordado, estacionó el auto en la berma y nos explicaba que quería más dinero. Nosotros por supuesto queríamos entender por qué. Ahora mirando hacia atrás con la perspectiva del tiempo se podría explicar como un “subsidio al silencio”, claro! Pobre hombre con cuatro chilenos en un viaje de varias horas sin poder darse a entender. ¿Quién no hubiese cobrado su subsidio?

Por favor no vayan a creer que Arcadi es algo así como un tipo malo o aprovechador, al contrario, era muy amable y risueño incluso cuando vio que nuestro equipaje era dos veces más grande que la maleta de su auto…no sabemos como se las ingenio para meterlo todo sin que nada sufriera. No hay que sorprenderse, es esta misma gente la que ha sobrevivido por miles de años a invasiones, guerras, conflictos, desilusiones y tristezas, entonces por qué habrían de preocuparse por unas mochilas pesadas y grandes que podían dañar su auto, hay cosas peores y él lo sabe.

Sigan atentos a Proyecto Cáucaso

7

Como contábamos en el post anterior ya hemos revisado las 80 cintas que grabamos en el Cáucaso. Y no ha sido solo revisar, sino que hemos ido transcribiendo lo que cada uno de nuestros entrevistados dijo. Para muchos puede sonar una pega bastante tediosa, pero en lo personal ha sido algo que me ha ayudado a revivir lo que fue el viaje por Armenia, Georgia y Azerbaiján.

Solo compartir que esta semana se cumplen 7 meses desde que pusimos los pies (y nuestra humanidad) en Yerevan, nuestro primer destino.

7 meses!!! Es difícil creer que ha pasado tanto tiempo. Ya se siente nostalgia al revisar las grabaciones, las conversaciones, al ver los lugares y la gente que conocimos.

Si miramos atrás, ya ha pasado mucho tiempo desde que comenzó este proyecto, por lo que se ve cada vez más cercano el estreno del documental.

No se pierdan, falta poco

Abril

Y ya estamos acá.
Con la máquina empezando a andar a toda máquina.

Revisamos ya las 80 (¡sí, ochenta!) horas de material que trajimos, alturamos todas las cintas y empezamos a ordenar lo que queremos contar. Vimos las más de 6000 (¡seis mil!) fotos que sacamos, para empezar a ver desde más lejos y más cerca esa zona en la que estuvimos.

Ya nos pusimos en el papel de armar lo que fuimos a buscar.

Fueron 3 meses y 3 semanas trabajando / viajando.

Y encontramos todo lo que queríamos y mucho más.
Todas las expectativas se cumplieron, y hasta fueron sobrepasadas por la realidad. Vimos un "mundo" que es completamente diferente al nuestro, pero al mismo tiempo muy muy parecido. Cambian los olores, cambian los sabores, cambian los acentos, pero al final del día -al final del viaje- fueron lugares en los que nos sentimos cómodos, donde hicimos amigos que se preocuparon por nosotros y con los que seguimos (o al menos intentamos) en contacto.

Son 80 horas de material que hoy empezamos a convertir en un documental, un documento que logre mostrar lo que nosotros vimos, que de cuenta de ese mundo que está entre civilizaciones. Ese que suena a complejo y en conflicto, pero del que salimos con una enorme sensación de esperanza y futuro.

Ya estamos aquí y trabajando por nosotros y por todos ustedes que nos acompañaron en la travesía. Esperamos que sigan acompañándonos en esta etapa para llegar juntos al gran día del estreno.

Seguimos en contacto.